lunes, 6 de noviembre de 2017

El placer del mejillón


 Consumir mejillones, ostras o vieiras plantea un gran dilema: ¿un delicioso manjar o un peligroso alimento?
Ahora bien, esas mismas administraciones que ponen todo su empeño en generar esta industria, no tienen en cuenta la calidad de las aguas que los moluscos filtran de los estuarios para obtener su alimento, el fitoplancton. Las bateas de mejillones se concentran en la costa, donde llegan residuos sin depurar procedentes de las poblaciones cercanas. Y  a pesar de los apercibimientos de la Unión Europea, esta situación persiste.
       Vertidos urbanos o industriales, sustancias químicas en general, que llegan al agua y  afectan a la vida, a su reproducción, y que se pueden acumular en el animal. Dioxinas, benzopireno o compuestos organoclorados como los PCB  son pequeñas bombas para la salud que se acumulan en el interior de éste. Los síndromes y problemas sanitarios asociados al consumo de moluscos son poco conocidos por el público en general, y por los médicos en particular.
       Otros venenos, como los metales pesados -plomo o mercurio- no sólo se acumulan en las partes comestibles sino en mayor cantidad en la concha. Y las conchas -de las que se extrae el calcio- también se utilizan en la industria alimentaria o farmacéutica,  y por tanto se incorpora a la cadena del consumo humano, por lo que se incorpora a la cadena de consumo humano.


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