domingo, 30 de abril de 2017

salmón de criadero

Consecuencias sobre el ambiente

Aun cuando las reservas de salmón salvaje del Atlántico estén prácticamente agotadas, la cría representa una mísera alternativa si tenemos en cuenta las consecuencias sobre el ambiente.
Para responder a la demanda del mercado, en los últimos diez años la acuicultura ha aumentado más de un 400%. La mayor parte de los salmones son criados en jaulas o en recintos abiertos a lo largo de la costa, donde los peces deben afrontar a predadores como las focas o las aves marinas, que tratan de pasar a través de las redes. En consecuencia, son muchos los salmones que escapan de su encierro; y estos fugitivos amenazan a los ejemplares salvajes al aumentar la competencia por el alimento y los lugares de deposición y fecundación de los huevos. Las piscifactorías arrojan a los océanos directamente alimento no consumido, una masa de excrementos y, con mucha frecuencia, pesticidas y antibióticos, contaminando las aguas. Los parásitos y las enfermedades de los salmones de cría pueden ser transmitidos a los salmones salvajes amenazando así las poblaciones. Además, las enormes cantidades de pescados salvajes necesarias para alimentar a los salmones de cría (se necesitan entre 2,5 kg y 5 kg de pescado salvaje para producir 1 kg de salmón criado) significan que la acuicultura consume más pescado del que produce, un factor que agrava aún más la presión sobre las especies libres.

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