salmón de criadero
Consecuencias
sobre el ambiente
Aun cuando las
reservas de salmón salvaje del Atlántico estén prácticamente agotadas, la cría
representa una mísera alternativa si tenemos en cuenta las consecuencias sobre
el ambiente.
Para responder
a la demanda del mercado, en los últimos diez años la acuicultura ha aumentado
más de un 400%. La mayor parte de los salmones son criados en jaulas o en
recintos abiertos a lo largo de la costa, donde los peces deben afrontar a
predadores como las focas o las aves marinas, que tratan de pasar a través de
las redes. En consecuencia, son muchos los salmones que escapan de su encierro;
y estos fugitivos amenazan a los ejemplares salvajes al aumentar la competencia
por el alimento y los lugares de deposición y fecundación de los huevos. Las
piscifactorías arrojan a los océanos directamente alimento no consumido, una
masa de excrementos y, con mucha frecuencia, pesticidas y antibióticos,
contaminando las aguas. Los parásitos y las enfermedades de los salmones de
cría pueden ser transmitidos a los salmones salvajes amenazando así las
poblaciones. Además, las enormes cantidades de pescados salvajes necesarias
para alimentar a los salmones de cría (se necesitan entre 2,5 kg y 5 kg de
pescado salvaje para producir 1 kg de salmón criado) significan que la
acuicultura consume más pescado del que produce, un factor que agrava aún más
la presión sobre las especies libres.