domingo, 16 de octubre de 2016

Deja de ser perfeccionista, y empieza a enfocarte en perseguir la excelencia. Ese es un enfoque mucho más sano. Llega un instante en todo proyecto, en el que mayor dedicación o empeño, no compensa las mínimas mejoras que conseguiremos con ello. Y por tanto, ese es el momento de dar por concluido el trabajo. Cuando das lo mejor de ti mismo, y tratas de mejorar de manera constante, estas actuando al nivel de la excelencia. Y eso marca toda la diferencia en resultados y en satisfacción personal.

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